jueves, 27 de septiembre de 2012

Buen Camino.

Hoy me despido de dos grandes amigos. Gente bonita que tiene que marchar porque la situación no acompaña. Por mucho corazón que queramos ponerle. 

Gente bonita que aparece, que se cruza en tu camino con la suerte de poder llegar a conocerlos. Que te entregan su casa, su calor, su ilusión, su amistad; todo sin saber por qué. Bueno, tal vez simplemente por eso, porque son gente bonita. 

Ahora, desde la distancia, sólo me queda darles las gracias y desearles buen camino. Porque la vida es eso. Un camino. 

Y esperar que en ese camino nos volvamos a encontrar.

Gracias de todo corazón.

A P y C. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

En cualquier patio.

Cuántos años caminando en compañía de los bancos. De las farolas y los parques compañeros. Amando el susurrante aleteo de las hojas que caen, de las ramas y los pájaros. 

Sus ojos se vacían con los años. Pero se ven más que nunca. Cómo cada día de paseo enamorado.

Todavía ella le pregunta por su nombre. Cómo si no lo conociera, como si nunca lo hubiera escuchado. 

Danzando con la arena, juegan a encontrarse cada tarde en cualquier patio.  



domingo, 23 de septiembre de 2012

La suntuosidad de tu espalda.

Un bailes de máscaras asiste a la epopeya del encuentro de tu boca con la mía. Sus cuerpos danzan humedecidos por el alcohol, cubiertos de sudor y hambrientos de vida. 

Las intenciones claras y las cartas escondidas. Deseos a flor de piel en la antesala. Como una jauría de besos, sedientos a la luz del dulce aroma del perfume de tu saliva.

Miradas que se cruzan, palabras que se abrazan. Algo de timidez y mi mano en tu espalda. 

Fruta madura que no cae. Que se tambalea y juega con suaves ráfagas de viento, sabiendo que a tus labios irá a posarse con el aleteo de una frágil mariposa.  

Camino a tu encuentro. Sigo el rastro de tu espalda. Suntuosa. Esbelta y coqueta. Conocedora de la fuerza gravitatoria que ejerce sobre mis dedos y mis ganas.

Cuatro ojos nos miran sabiendo que ya no hay que decir nada. 

Tu presencia junto a la mía. Nuestros labios se entremezclan en una danza hermosa. Rítmicamente perfecta. 

Y una escalera de besos nos asiste sin saber dónde acaba. 


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sin derecho a sentir.

La crudeza de la realidad que se nos presenta en mucho de los casos, realidad sesgada, manipulada y reinterpretada por quienes pretenden tener el poder sobre las masas; es justificada por los propios precursores muchas veces desde una perspectiva cínica y egoista que poco tiene que ver con el pecho y mucho con la cabeza. Y es que aquí no se trata de cuáles son mis ideas, si no de dónde residen. 

Está claro que las diferencias ideológicas existen y que incluso, llegado el momento,   puede ser necesario que coexistan. Ya que una única idea prefijada podría enquistarse y llevarse hasta el fanatismo, lo cual en ninguno de los casos sería positivo. El radicalismo conduce en primera instancia a la separación y la desatención de los grupos no afines a tales ideales, y tras un proceso de maduración, con alta probabilidad a un intento de eliminación del mismo por parte del grupo mayoritario. 

Pero volviendo al tema, nos encontramos ante la situación de que las ideas han sido arrancadas de raiz. Corren sin dirección como pollo sin cabeza de aquí para allá creyendo que habitan en la cabeza. Han perdido su origen existencial, su hogar. Han sido secuestradas y condenadas a convivir en una casa fría y sin tejado, dónde correr y no pensar las salva del frío que les produce mirar la realidad que han creado coaccionadas por un capitalismo voraz.

Ahora el pueblo es llamado a restituir el derecho a sentir de esas ideas. A mirar y evolucionar en un mundo en el que la calidez del hogar y el reencuentro entre posturas sea primer plato en la mesa. Particularmente esa legión de profesores y maestros de la calle que tal vez no encuentren mayor sentido a su existencia que aportar corazón a las intenciones. Porque está claro que los verdaderos pollos sin cabeza tienen nombre y apellidos, y no son convivencia y solidaridad.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Herrajes.

Amarrado a la inutilidad de mi herraje espero en caballerizas. Arrastro el dolor de saberme grande y verme empequeñecido. De tener que cargar con hierro y clavos. De una suerte de adornos funcionalmente fútiles porque yo nací para la estepa. Para la carrera enérgica y veloz del que se siente rabiosamente libre. Del que ilumina y es iluminado porque tiene la fuerza del guerrero incansable. De quien reside en los corazones con orgullo y por derecho propio. Alimentado por las manos y los pulmones de quienes realmente se atreven a sentirse en este viejo y nuevo camino.

En mi pecho se respiran continuamente las mismas palabras: inutilidad de mi herraje... inutilidad de mi herraje... 

La rabia se adueña de mi, aprieto los dientes y las manos me sangran. Mis ojos se llenan de lágrimas y mi dolor se proyecta contra las paredes resquebrajando muros, arrancando baldosas, reventando bombillas y pulverizando el techo. Y en mi estado de locura y ausencia, el hierro se transforma en barro y los clavos en verdes y florecidos tallos. La inutilidad de mi herraje en horizonte. Y mi grandeza en humildad.  

martes, 4 de septiembre de 2012

1 de Septiembre.

El día de mi cumpleaños desperté con una idea "Qué feliz soy por estar vivo". Con todo el amor y el dolor que recibo de ella, con todas las ilusiones y la angustia que siembra en mi ser y mi memoria cada día.  Y es que a veces se nos olvida que eso es estar vivo, yo por lo menos lo he hecho.

He criticado a la vida por darme lo que le he pedido. Por darme sufrimiento cuando eso era lo que le pedía a gritos. Y por no darme lo que realmente he querido porque me ha faltado valor para pedirlo, para ir a buscarlo. Y eso es injusto, muy injusto. Porque lo único que hace es devolvernos lo que le damos nosotros. Lo que le pedimos.

Cuando uno se relaciona con la vida en términos "la vida es una mierda", la vida se convierte en eso. En mierda.

Por eso es tan importante la actitud con la que se despierta uno cada mañana para disfrutarla.

Yo llevo algún tiempo aprendiendo a darle lo mejor de mi cada día y a pedirle otras cosas. Cosas buenas. Lejos de las pertenencias y las apariencias. Cerca del amor y el entendimiento con los demás. Y eso es lo que me está dando. Amor, ilusión y cercanía. No quiero más. Sólo eso.

Gracias a todos los que os sentís cerca de mi. Yo lo estoy de vosotros.

Un abrazo.

Arturo.

"Sólo las ganas de que suceda lo harán posible".